La estructura urbana del centro histórico de Toledo forma un conjunto coherente cuando se mira desde las condiciones climáticas que afectan a la ciudad. La formación de calles estrechas hace disminuir las horas de insolación durante el verano a la vez de permitir que el viento circule por ellas. Las viviendas se defienden de las condiciones climáticas adversas gracias a su manera de agruparse y protegerse unas a otras. Se forman también pequeñas plazas que han servido tradicionalmente como punto de encuentro de los habitantes. El uso de materiales extraídos de la propia tierra hace que el conjunto de la ciudad adquiera un tono característico como una mineralización artificial del conjunto urbano . Del mismo modo nuestro proyecto opta por mejorar su comportamiento sostenible adoptando las estrategias comprobadas durante tanto tiempo. Se disponen los edificios orientados principalmente Norte-Sur de forma transversal a los lados mayores de la parcela, con unos vacíos entre ellos que forman los espacios comunes. Los dormitorios tienen orientación Este y las zonas de día disponen de amplias terrazas cubiertas que hacen que el sol entre en la vivienda en invierno a la vez la protegen en verano. Los lugares de encuentro están en los espacios intersticiales entre los bloques, conformando pequeñas plazas de uso comunitario. Los edificios se adaptan al terreno apoyándose sobre él, del mismo modo que hace la ciudad histórica. Las entradas a los portales se adaptan a las cotas exteriores, manteniendo constante el borde superior de los edificios. Frente al paseo de los Cercis se proyectan bajos comerciales. El vivero de empresas requerido se soluciona de forma análoga al resto. Los espacios para oficinas de mayor superficie se proyectan en las plantas superiores, en unos volúmenes que emergen de la planta baja, integrándose en el resto de la propuesta.