El proyecto pretende aunar una vocación de sencillez formal y constructiva con la singularidad que un edificio público reclama. Así se pretende conseguir una mayor eficacia funcional y espacial con la menor complicación constructiva. Se propone una construcción compacta, adosada a la medianera, cuyo argumento principal es la conexión que se articula entre el propio edificio y el espacio exterior que le sirve de proscenio, como un manto en continuidad con el interior. El edificio surge en torno al patio, que es el protagonista y conecta visualmente todas las alturas. En torno a él se ubican las dependencias requeridas en el programa funcional. El patio permite no sólo una amplitud visual controlada, sino también su uso en planta baja como extensión del vestíbulo – sala de exposiciones. La singularidad volumétrica y la austeridad formal se entienden como bazas de la relevancia institucional del edificio. La aparente compacidad e introversión no contradice la voluntad de que exista una dinámica intensa en el interior. El espacio proyectado orada, perfora y excava el volumen sólido. El edificio se vuelca al espacio previo a través de la fachada de acceso, más permeable, que permite la relación visual interior exterior. En planta baja se ubican las zonas de mayor concurrencia, sirviéndoles el patio como zona de expansión y lugar de relación ciudadana. Se propone una cafetería como elemento de separación entre el exterior y el interior con uso independiente del resto del edificio. Los despachos y aulas de formación se ubican en las plantas superiores. La estructura es de pilares y vigas de hormigón armado convencional. Las fachadas revestidas de mortero de cal junto con la carpintería y celosías de madera configuran la imagen general de la propuesta.